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Como se distingue una orquídea

No obstante la gran variedad de formas, tamaños, colores y hábitats que presentan, las orquídeas se distingen fácilmente de cualquier otra planta.

Una flor típica de orquídea presenta tres sépalos,un dorsal y dos laterales y tres pétalos, uno de los cuales se encuentran modificado.

Las semillas de las orquídeas son pequeñisas y livianas, fácilmente transportables por la más leve brisa.

Pueden ser tan pequeñas que en un gramo de ellas se han contado, al microscopio, más de tres millones de semillas. Con esta profusión de semillas se podría pensar que nuestro planeta debería estar sobrepoblado de orquídeas.

Pero esto no ocurre por dos obstáculos: el primero es la extremada especialización que han desarrollado estas plantas para ser fecundadas, muchas de ellas necesitan recurrir a ingeniosos artificios para lograr una ploinización cruzadas que generalmente ocurre con la yuda de un determinado insecto. 

El segundo obstáculo deriva del hecho de que las semillas no almacenan los elementos nutritivos necesarios para su crecimiento, por lo que necesitan caer sobre un hongo llamado Mycorriza, que les proprociona el alimento para su desarrollo inicial. Aquéllas que no encuentran el hongo específico al aterrizar luego de haber sido llevadas por el viento, perecen.

Variaciones de forma

Un concepto generalizado que se tiene de las orquídeas es la imagen de un hermoso y caro arreglo de flores grandes, lilas o blancas. Pero por detras de esta estrecha idea encontramos miles de especies que no se asemejan a ese concepto, superándolas, sin embargo, en belleza, colorido y extrañas formas.

Géneros como Lepanthes, Pleurothallis, Stelis y Platyteles, entre otros, tienen encantadoras flores en miniatura que miden entre uno y diez milímetros de largo.

En contraste, especies como Phragmipedium caudatum, de los Yungas de La Paz y Cochabamba, presentan pétalos alargados en forma de cintas que alcanzan los 75 centímetros de longitud, lo que le da el derecho de ser considerada la orquídea con flores más grandes que se conoce.

Algunas orquídeas apenas alcanzan a medir unos pocos milímetros de tamaño y viven mimetizadas entre las grietas de viejos troncos. Otras, en cambio, como la fraganciosa vainilla, tiene los tallos adaptados para trepar por los árboles alcanzando, muchas veces, más de 30 metros de longitud.

Algunas especies tiene ingeniosas trampas para atrapar temporalmente a sus polinizadores, como las especies del género Telipogon cuyas flores imitan tan bien la apariencia de ciertas abejas hembras que los machos- no sabemos si por ser tan similares a las auténticas o por aceptar de buena gana el engaño – las “copulan” como a una hembra verdadera. De cualquier forma, la orquídea ha conseguido lo que buscaba: que le activen sus mecanismos de fecundación.

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