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El problema va más allá del limbo jurídico en el que han quedado las autonomías, es el respeto al ser humano, a la vida que no se pueden ceder tan facilmente, de concepto y ejercicio de libertad, de concepto y prácticas de justicia para optar por vivir como seres civilizados y no como esclavos a los que quieren tratar como se les da la gana.

Los que no se sienten heridos por como estamos siendo tratados, los que quieren decir Sí a cuenta de pretextos, de que se dicen confundidos o porque dicen que han encontrado razones para hacerlo son en realidad muy cobardes, muy duros de corazón o muy interesados; incapaces de un acto de sentido común y de sensibilidad que permite que los seres humanos tengamos conocimiento de lo bueno y lo malo a una sola mirada, porque más allá de los argumentos sofistas está la sensación, el tacto, la seguridad de seguir el recto camino o el camino de la humillación y el vejamen “Tuve que sentarme con genocidas y subversivos, todo para garantizar una transformación profunda y donde también garantizamos autonomías para los pueblos y no sólo para las logias”, insistió Morales, quién se ha transformado en el dueño absoluto de la verdad desde que le otorgaron el referendo revocatorio, el pasado 10 de agosto, donde se dice haber sido ratificado con el 67.4 por ciento, y no menciona el fraude espectacular y comprobado.

Pero los insensatos no son sólo los que se han puesto a la tarea de oprimirnos y esclavizarnos, sino sobre todo quienes estando siendo oprimidos y esclavizados todavía pretenden confiar y abogan por votar a favor del proyecto que refrenda su propia opresión y servilismo.

Para terminar es bueno recordar una frase de Mahatma Gandhi: “Lo más atroz de las cosas malas, es el silencio de la gente buena” y a esto yo le agregaría, la complicidad de quienes se dicen repentinamente esclarecidos por las razones que encuentran para acudir en apoyo de los malos (sus opresores y violentadores).

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